miércoles, 17 de mayo de 2006

¡Qué calor!

El calor ha llegado de manera inesperada, tanto que nos afecta de mil maneras y, generalmente, poco buenas. Las personas adultas somos capaces de reconocer este cambio de temperatura y hasta asumirlo y entenderlo y así poner remedio aligerándonos de ropa (entre otras soluciones). Pero estas pobres criaturas, que se ven obligadas a afrontar la inesperada ola forrados de camisetas y demás atuendos, solo pueden responder con su sudor (y no solo el de la frente) y su inquietud provocada por el malestar:



¡Vamos que se asfixian!.
Así que, por favor,y en su nombre:


padres, madres o cualquier persona susceptible de
abrigarlos tenga en cuenta tanto las altas temperaturas como la actividad física
que derrochan.


Por ejemplo, una camiseta interior de las de invierno aporta, ya, digamos que mucho calor (por eso es de invierno). Este calor no disminuye por añadir encima una camiseta de algodón de las de verano (a pesar de ser de verano) y si para rematar la faena ponemos una camisa de manga larga (de las de otoño) el coctel es ciertamente explosivo, literalmente. En algunos casos al final hay una sudadera (de toda época) que viene muy bien para recoger (como su nombre indica) todo el sudor.
Hace tiempo que ya es primavera en el Corte Inglés, en el Colegio Zorrilla también (y casi verano) así que ¡por caridad!
¡En primavera camisetas fuera! (pero las de invierno).

1 comentario:

Anónimo dijo...

Cada año en mayor o menor medida nos viene pasando algo parecido con la ropa que los niños llevan puesta,los padres no llevan nunca dos camisetas una camisa y luego un jersey,pero eso es lo que común mente les parece adecuado para vestir a unos niños que por otra parte no estan sentados sino que no paran de moverse,a todo esto unimos el mandión que sobre estas prendas deben ponerse.

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